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Poco a poco, nos vamos dando cuenta del papel que juegan los hongos en el ecosistema. Si estudiamos los hongos y el cambio climático de forma conjunta pueden salir datos muy interesantes para saber cómo funcionan las relaciones entre plantas y hongos.

Queremos dar difusión en español a un interesante artículo publicado recientemente por un amigo nuestro Guillermo Bueno, doctor en biología, del departamento de Botánica de la Universidad de Tartu, Estonia: Plant mycorrhizal status, but not type, shifts with latitude and elevation in Europe.  Revista: Global Ecology and Biogreografy. En este estudio se analizan cómo cambian los tipos de simbiosis entre plantas y hongos según la latitud y la altitud del ecosistema.

Hay 4 grandes tipos de  micorrizas, arbusculares (las más frecuentes, un 80%), ectomicorrizas (2%), ericáceas de la familia de los brezos (1%) y un 6% de plantas no forman micorrizas.

Algunos ejemplos de ectomicorrizas pertenecen a los  géneros Boletus, Amanita, Tricholoma, etc. Las arbusculares están formadas por Glomus por ejemplo, que no forman un cuerpo fructífero visible ni famoso como los anteriores.

Europa es la región del planeta mejor estudiada desde el punto de vista botánico por lo que se pueden hacer modelos que se repliquen en otras regiones y continentes y ver cómo cambian a lo largo de los años con el clima.

En Europa, el 66% de las plantas forman micorrizas arbusculares, el 4% forman ectomicorrizas, un 4% forman micorrizas arbusculares junto con ectomicorrizas en la misma planta, un 1% forman ericoides y un 41% de las plantas viven con o sin hongos asociados.

Las micorrizas arbusculares fueron más frecuentes a bajas latitudes exceptuando zonas montañosas altas como los Pirineos, Balcanes, Alpes o Cárpatos.

Las plantas no micorrícicas fueron las segundas más frecuentes, alcanzando su máximo a altas latitudes con independencia de la altitud de la montaña.

Las plantas ectomicorrícicas  fueron más frecuentes cuanto más al norte y cuanto más alta fuera la montaña con independencia de la latitud.

Y, finalmente, las ericoides se encontraron en tierras bajas del norte de Europa que es donde son frecuentes los brezos.

Un dato interesante es que las plantas que no pueden vivir sin los hongos son más frecuentes en el sur de Europa, con un máximo de un 48%. Sin embargo, se llega a un 72% de plantas que viven sin micorrizas en las regiones costeras del noroeste europeo (ej Irlanda, Bretaña francesa, etc).

En cuanto a la altitud, parece que cuanto más alto, más especies de plantas son micorrízicas obligatorias. Solo hay excepciones en las Highlands escocesas y en las Scandes donde predominan las plantas facultativas, es decir que pueden vivir con y sin asociarse a hongos. Esto puede explicarse por la historia climática del pleistoceno. Puede que las glaciaciones influyan en que las plantas de altas cumbres estén asociadas a hongos incluso a baja latitud.

Que ocurre cuando se analiza el pH , la materia orgánica y el nitrógeno del  suelo?

Parece que hay más micorrizas arbusculares cuanto más materia orgánica, pH alto y nitrógeno.

Sin embargo, hay más micorrizas ericoides y ectomicorrizas  en bajos valores de materia orgánica, pH bajo y nitrógeno bajo. Esto explica el papel fundamental de los hongos ayudando a las plantas a nutrirse y captar agua, por lo que debemos estar atentos a este tipo de micorrizas en zonas donde el cambio climático esté desertificando el ecositema.

Y la temperatura?

Las ectomicorrizas se ven favorecidas por amplitudes térmicas grandes. La ericoides al revés.

Las ericoides se ven favorecidas en climas con poca amplitud térmica y altas precipitaciones.

Las plantas que no se asocian a hongos están en suelos ácidos, improductivos, fríos y no montañosos del norte de Europa.

Si extrapolamos estos datos a algún punto de Andalucía, un bosque mediterráneo de un valle debe tener muchas micorrizas arbusculares. Si ademas, estamos en alguna zona de Huelva, con suelos ácidos y poca materia orgánica, debemos tener muchas ectomicorrizas  que producirán gurumelos y boletus en temporada.

En las montañas andaluzas deben predominar las plantas que no pueden vivir sin hongos (de todos los tipos de micorrizas, sobretodo ectomicorrizas). Sin embargo, si nos vamos a un valle noruego, tendremos muchas plantas que viven sin hongos o bien tendremos micorrizas ericoides (brezos).

Los hongos y el cambio climático deben estudiarse a la vez porque pueden dar señales de alarma de cómo van evolucionando las relaciones entre las setas y las plantas conforme avanza la sequía, la temperatura y la pérdida de materia orgánica en nuestros suelos.